
Versión helénica
Se trata de una historia moral en la que el orgullo e insensible Narciso es castigado por los dioses por haber rechazado a sus pretendientes masculinos. Se cree que es una historia moralizante dirigida a los adolescentes griegos de la época.
En la historia helénica el joven Ameinias ama a Narcido pero es rechazado cruelmente por el. Como una forma de burlarse de Ameinias, Narciso le entrega una espada, que Ameinias utiliza para suicidarse ante las puertas de la casa de Narciso, mientras reza a la diosa Némesis pidiéndole que Narciso un día conozca el dolor del amor no correspondido. Esta maldición se cumple cuando Narciso se enamora de su propia imagen reflejada en un estanque e intenta seducir al hermoso joven sin darse cuenta de que se trata de el mismo hasta que intenta besarlo. Entristecido del dolor, Narciso se suicida con su espada y su cuerpo se convierte en una flor.
Versión romana
En la versión contada pos Ovidio, la ninfa Eco se enamora de un vanidoso joven llamado Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespia. Céfiso, un dios del río, se había sentido atraído por Liríope y la había rodeado con sus corrientes, atrapándola y concibiendo un hijo con ella. Preocupada por el bienestar de su hijo, Liríope decidió consultar al vidente Tiresías sobre el futuro de su hijo. Tiresias le dijo a la ninfa que Narciso viviría hasta una edad avanzada mientras nunca se conoceria a sí mismo.
Un día, mientras Narciso estaba cazando ciervos, la ninfa Eco sigu

Por lo que se refiere a Narciso un día sintió sed y se acercó a beber a un arroyo, quedando fascinado por la belleza de su reflejo, por lo que no de dejar de mirarlo. Finalmente murió contemplando su reflejo y la flor que lleva su nombre creció en el lugar de su muerte.
se atrevió a beber por miedo a dañarlo e incapaz

Sus padres
Hacía ya tiempo que el dios del río, Sísifo, se había fijado en la encantadora ninfa Liriope. Siendo como era un dios, consiguió su deseo y Liriope acabo concibiendo. El día marcado por el destino, dio a luz un muchacho y, como sentía curiosidad por lo que le reservaba el destino, fue a preguntar al vidente ciego Tiresias cuál sería el destino de su hijo. "Viviría muchos años" dijo el sabio " pero ay de el si mira su propio reflejo, pues sera su perdición". Su m

Muchos fueron los que se enamoraron del hermoso muchacho. Incluso de niño, sus ayas caían rendidas a sus pies y, cuando tenía dieciséis años, todas las mujeres de la ciudad suspiraban por él, pero él creía que ninguna era suficientemente buena para él. Un día, su vecina Aminías, no pudo aguantar más y confesó a Narciso cuánto lo deseaba y le pidió que fuese su amante. Narciso, no contestó sino que, con un sirviente, le envió una daga como respuesta. Aminías entendió el "regalo" y con esa daga puso fin a su vida, pidiendo a los dioses que su ira cayese sobre Narciso, a quien le echó la maldición de que en el amor recibiera el mismo desdén con que había tratado a los demás.
Su nacimiento y juventud
Narciso nació con una belleza superior. Todos en la Tierra se conmovía por la gracia y ternura del rostro neonato. Incluso en el Olimpo, los dioses le arrojaban una mirada de aprobación y brotó una lágrima de emoción desde los divinos ojos que poblaban el monte más alto del mundo, el hogar de las poderosas deidades.
Narciso fue creciendo, su imagen se convirtió con el tiempo en la de un hermoso niño lleno de brío y alegría. Los campos por los que corría sonreían ante él y florecían para saludarlo. Las ninfas se peleaban por quién jugaba con el niño cada día. Los pájaros cantaban en su honor y hacían brillar los ojos del niño para placer de todo el mundo.
Pero pronto el niño fue un joven, un adolescente. Algunos mitólogos cuentan que se volvió un hombre lleno de soberbia que no aceptaba un solo cumplido de nadie a menos que apelaran a toda su creatividad, se había vuelto pedante. Otros dicen que, por el contrario, el joven había sido tratado siempre con tanto cariño y tantas atenciones que al llegar a la adolescencia no sabía como moverse en el mundo, había sido protegido con tantos cuidados que ahora salir al mundo solo lo tenía asustado.
Las insinuaciones sexuales y los acoso amoroso fueron de pronto moneda corriente para el joven que era atosigado por mujeres y hombres a la vez. Tuvo amoríos con las más hermosas jóvenes de Grecia , e incluso conoció la lujuria pura, pues también fue amado por Eros, el dios de la Lujuria y la Sensualidad.
Eco era una hermosa ninfa del cortejo de la diosa de la belleza, Afrodita. Zeus, el rey de los dioses, que es conocido por haber tenido amoríos con cientos de miles de mujeres por toda la tierra, a espaldas de su esposa Hera, habló una tarde con la ninfa y la convenció de que durante un día fuera al Olimpo a distraer a su esposa, mientras él se dedicaba a enamorar a las ninfas.
Cuando Hera descubrió el engaño, hizo justicia a su fama de rencorosa y de vengarse de toda traición, y castigo a Eco condenándola a repetir la última palabra de las frases que se le decían. Eco, pudo vivir con su condena, no le causaba demasiados problemas, hasta aquella tarde en que paseaba pos la Tierra junto a sus amigas ninfas y vio el rostro más hermoso que podía ostentar un mortal, vio el rostro de Narciso.
Después de planear mucho tiempo un encuentro y de imaginar que decirle a aquel hombre, Eco terminó escondiéndose en el bosque. Narciso paseaba con sus amigos por ese mismo sitio, ella lo seguía de cerca. El joven se apartó del grupo, curioso por la imagen que creía haber visto corriendo desnuda por entre los árboles. Preguntó entonces, "¿hay alguien aquí?" y la voz respondió "aquí, aquí". Narciso gritó entonces "ven" y la voz respondió "ven, ven".
Eco por fin se animó y salió de entre los árboles y corrió hacia el joven abriendo los brazos . Pero el joven la rechazó, dejándola sola llorando en ele bosque. La ninfa se fue apagando y se encerró en una cueva, y fue consumiéndose hasta que solo quedó viva su vos, que repite siempre las últimas palabras de las preguntas que se le hacen.
Según algunos mitólogos, Apolo, dios de la poesía, la belleza y la música, se sintió ofendido por la extrema belleza del joven Narciso y decidió castigarlo.
Otros mitólogos adjudican el castigo de Narciso a Afrodita, la diosa protectora de Eco y sus otras ninfas; otros lo adjudican a Némesis, la diosa de la venganza. Pero todos concuerdan en el mismo castigo: Narciso vio por primera vez su rostro, y quedó enamorado sin remedio. Absolutamente incapaz de satisfacer sus deseos, Narciso se dejó morir, ahogándose en aquellas aguas.
Su ausencia broto de aquellas aguas y de aquel suelo, se enredo entre las raíces de las plantas del lugar y creció la flor más bella: el Narciso
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